El , Dios nos regaló un nuevo comienzo. En Su perfecta voluntad, dos congregaciones —Tiempos de Cambio Maranatha y La Iglesia Bíblica Logos— unieron sus fuerzas y corazones para dar vida a Iglesia Logos Tiempos de Cambio. Esta unión no fue casualidad, sino un llamado divino con un único objetivo: exaltar a Cristo, proclamar Su Palabra sin compromisos y llevar el evangelio con poder a nuestra ciudad y a nuestro estado.
Al frente, Dios ha levantado a dos matrimonios comprometidos con Su obra: Saúl y Gaby Moreno, y Roberto y Maggy Cetina, quienes con fe y disposición sirven para que esta visión se cumpla.
Somos una iglesia que camina unida, creciendo a través de grupos pequeños donde vivimos la comunión, nos edificamos mutuamente y fortalecemos nuestra fe en el Dios todopoderoso, creador de los cielos y de la tierra, un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Somos una comunidad que rompe con lo común, porque hemos entendido una verdad eterna: todo se trata de Cristo Jesús. Él es el centro, la razón y el propósito de nuestra existencia. Por eso, cada vez que adoramos, no solo cantamos, sino que proclamamos la autoridad inquebrantable de la Palabra de Dios, sin diluir su mensaje, sin alterar su verdad.
Nos movemos con la certeza de que el poder de Dios se manifiesta cuando su pueblo ora, y vivimos para anunciar con valentía las buenas nuevas de salvación que solo se encuentran en Cristo Jesús. Lo hacemos no por costumbre, sino porque hemos sido llamados a cumplir la Gran Comisión.
Nuestra misión es clara: que el perdido sea alcanzado y transformado, que el convertido sea discipulado y madure, que el discípulo se multiplique en otros, y que en todo, Dios reciba la gloria que solo a Él le pertenece.
Somos una comunidad llamada a glorificar a Dios en todo lo que hacemos, reconociendo que Él es digno de toda honra y alabanza. Nuestra motivación nace del amor de Cristo que nos alcanzó y nos transformó, impulsándonos a vivir para Su propósito eterno.
Nuestro propósito es cumplir la Gran Comisión, llevando las buenas nuevas de salvación a los perdidos, discipulando a los nuevos creyentes y formando hombres y mujeres maduros en la fe que vivan y enseñen la Palabra de Dios con fidelidad.
Todo esto lo hacemos con la convicción de que cuando la Iglesia cumple su misión, Dios recibe toda la gloria.
Nuestra visión es ser una comunidad poco común, donde Cristo sea el centro y la Palabra de Dios la autoridad que guíe cada acción. Anhelamos ver un lugar donde la adoración genuina y la oración constante no solo transformen vidas, sino que también, proclamando el poder de Dios, impacten nuestro entorno y más allá.
Deseamos ver un ciclo de transformación completa: que el perdido sea alcanzado por el evangelio, que el convertido crezca y se fortalezca en la fe, que el discípulo se multiplique formando a otros y que, en todo este proceso, Dios sea glorificado.
Visualizamos una comunidad que no se conforma con lo ordinario, sino que se mueve con pasión, valentía y fidelidad, cumpliendo la Gran Comisión hasta que cada persona tenga la oportunidad de conocer, seguir y reflejar a Cristo en su vida diaria.
“Comunión con Dios cada día”
Juan 15:4–5; Salmo 16:8; Colosenses 2:6–7
“Orar sin cesar, confiando en que Dios escucha y responde.”
1 Tesalonicenses 5:17; Filipenses 4:6; Colosenses 4:2
“Predicamos el evangelio de salvación, su verdad, sin miedo ni dilución.”
Marcos 16:15–16; Romanos 10:14–15; 2 Timoteo 4:2
“Ser de testimonio, que cada acción y pensamiento sea un cántico de adoración.”
Romanos 12:1; Mateo 5:16; Mateo 7:24–27